Trayecto: Almadrones – Laguna de Zaida
Distancia recorrida: 125 km
Tiempo circulando: 9:16 horas
Velocidad media: 14 km/h
Tiempo: Sol y nubes
¿Quién iba a pensar que, después de tener un día tan largo y horrible como el de ayer, se podía repetir o incluso podía empeorar? Yo, personalmente, habiendo repasado los primeros 20 kilómetros que seguían creía que no podía a ser pero me equivoqué de cabo a rabo.
Nada más despertar, sin mayores problemas que el terreno de la acampada un poco irregular, recogí las cosas y desayuné unos cereales bien ricos. A partir del momento que ya lo tuve todo encima de la bici y con la crema solar en mi piel, ya inicié el descenso hasta el camino de servicio que recorría paralelo a la autovía, unos 20 kilómetros. Pasada esa fantástica hora y media se complicó de nuevo llegando a pasar por carreteras, que de carreteras y caminos tenían poco. Piedras, prados con una línea irreconocible de camino y aun señor que iba en jeep, que me preguntó perdido por la carretera principal. Una cosa horrible…
Pero como todo lo horrible puede empeorar acabó empeorando y después de unas cuantas subidas entre esos caminos llegó la bajada y os aseguró que prefería subida por la lentitud con la que tenía que pasar los numerosos baches con muchos problemas, y es que la bajada empezó a vibrar toda la bicicleta de una manera sobrenatural y tal como si estuviera poseída por un diablo. Tal fue el traqueteo que en una de esas la bolsa frontal, la de la cámara salió disparada y rodando camino abajo hasta que otra piedra la detuvo. El susto fue mayúsculo y el cabreo al abrir la bolsa y darme cuenta que el visor de la cámara estaba roto fue aún mayor y a falta de poco tiempo de acabar esta aventura. Un cabreo con el que me quedé gran parte de ese tramo maldiciendo mi suerte y los caminos españoles que tan a disgusto estaba rodando.
Pasado ese momento y con el calor en alza me detuve a comer unos sándwiches para proseguir incansable para poder llegar el día siguiente a Zaragoza, lugar en el que podría descansar un poco de ese infierno en el que tenía que continuar sufriendo.
A los 105 kilómetros exactamente y después de más caminos y más caminos y alguna carretera asfaltada ya por fin conseguí llegar a la carretera A-221 que seguía a la N-330 que ya me llevaría el día siguiente directo a Zaragoza sin más complicaciones. Aun así y ya oscureciendo tenía que intentar llegar a algún punto donde pudiera conseguir agua para acampar.
Hasta veinte kilómetros más, por esa carretera ya muchísimo más relajado y normal porque ya era de noche para llegar a una gasolinera. Allí me dieron agua y el chico encargado, después de conocerme durante una breve conversación, me ofreció acampar detrás de la misma gasolinera. Yo, como siempre en esos casos, acepté y, aunque hubiera sido un mal día, sacando mi mejor sonrisa por tener una oportunidad de acampar en lugar seguro.
Ya habiéndome instalado cené y finiquité el día con agradables conversaciones telefónicas. Con ese colorín colorado ponía fin al peor día en España esperando que no saliera ningún otro más me dormí también agradeciendo que no pasara otro día más negativo.
Etiqueta: La vuelta al mundo
04 / 09 / 16