Tiempo: Sol, nubes y tormenta final
No todos los días uno conoce a un miembro más de la familia Romo, Cosas de la vida, tener que rodar más de 52000 kilómetros para conocer a Marisa, una prima segunda que nunca había visto antes y que me hacía feliz tener el placer de saludar y tener conversaciones en este presente que nunca había esperado vivir hace unos 3 años.
En avión voló con su novia Ann desde los Ángeles hasta aquí para pasar unos días familiares, con lo que tuvimos que ir hasta el aeropuerto de Boston para recogerlas y, ya de paso, comer en un restaurante por el camino: una crema de chirlas espectacular y para seguir un pescado delicioso, crujiente y suave, como a mí me gusta. Ellos dos, por su parte, se cogieron unos mejillones junto a una ensalada.
Con las barrigas satisfechas pudimos llegar al aeropuerto entre tráfico en el túnel y esperar unas dos horas en el aeropuerto a que Marisa y Ann llegaran en su vuelo con retraso. El paso del tiempo lento y un poco aburridos pero haciendo lo que podíamos para entretenernos como charlar con un salvadoreño de Boston muy majo llamado Ovidio del que nos contaba su trabajo como autobusero y sus más de 40 años viviendo en Estados Unidos felizmente.
Aunque finalmente y sobre la hora de llegada estimada arribaron con su perro boomer y felices como unas castañuelas risueñas nos abrazamos los tres haciendo turnos. Se podía apreciar como Lauri tenía ganas de abrazar y pasar unos días con su hija ya que la sonrisa no se le borraba de la cara.
De ahí ya agarramos el coche para volver a casa de Richard y Lauri para acomodarlas. Tras el momento inicial cenamos un poco tarde para lo que estábamos acostumbrados: unos espaguetis con tomate y bolas de carne cocinadas por Lauri, tremendas y perfectas para una ocasión tan especial. Este era el día que conocí por primera vez a Marisa, una prima de primera y os aseguro que esto no me sucede todos los días.
Etiqueta: La vuelta al mundo
01 / 07 / 16