Trayecto: Monterrey centro
Distancia recorrida: 18 km
Tiempo circulando: 2:12 horas
Velocidad media: 15 km/hora
Tiempo: Nublado
Un acontecimiento se abría paso través de las calles de Monterrey y es que, por primera vez en la historia de la ciudad, se cerraban un montón de calles y carreteras para que las bicicletas pudieran andar con total libertad. Como no podía dejar escapar una oportunidad así yo, junto a Elena y su perro Guru y Carlos, un amigo de Elena, buena onda como ella, recorrimos por la mañana un montón de calles de la zona centro fotografiando como podía, tal evento.
Sorprendido por la buena acogida por parte de la gente pensé que esta ciudad de verdad respetaba al medio de transporte en cuestión; pero un espejismo es lo que era, ya que la mayoría de gente con la que tuve el placer de hablar me decían pestes sobre la educación vial de los coches y las carreteras a parte de estar bacheadas no había ningún rastro de ciclo vías.
Después de rodar un buen rato, tomar nutella gratuita, que daban a modo de promoción y colaborar con esta fiesta en la que poca gente había salido a rodar por la mala información de la alcaldía sobre el evento, volvimos a casa para comer unas flautas hechas por Elena y de ahí nos vinieron a buscar a unas amigas suyas del couch surfing para ir en su coche hasta el centro de la ciudad y ver el barrio antiguo.
De ahí fuimos a un bar restaurante muy curioso llamado Trece Lunas, con decoración bien variada y linfa, para que comieran ellas y mientras tanto, Elena, Carlos y yo salimos a dar una vuelta por la calle del mercado antiguo, muy comercial, aunque con cosas muy caras de las que saqué fotografías.
Ya de vuelta Elena se tuvo que ir de acompañante de boda con un amigo mientras a mí me dejaba en buenas manos con Yadira, Carolina, Cory, Carlos y Claudia
Del centro cogimos un coche y me llevaron a la Huasteca. El Cañón de la Huasteca forma parte, al igual que Chipinque, del Parque Nacional Cumbres de Monterrey, ocupando una extensión de 200 hectáreas. En sus paredes se pueden observar glifos pre-históricos esculpidos miles de años atrás por los antiguos habitantes de la región.
Sus formaciones caprichosas y el colorido del paisaje, así como impresionantes paredes verticales, ofrecen al visitante la posibilidad de desarrollar diversas actividades.
Nosotros llegamos hasta la presa y luego, Carlos y yo, subimos, casi escalando, sus altos escalones hasta arriba del todo, pasando otra parte de escaleras verticales y difíciles. Con un poco de vértigo conseguimos sacar unas imágenes espectaculares del lugar.
De vuelta nos paramos a ver la puesta de sol en la que sacamos otro buen número de fotografías y de ahí ya me llevaron a tomar unas chelas, platicar un rato en un bar con un ambiente relajado y comer unos sabrosos tacos en un restaurante de calle que aún se encontraba abierto.
Ya de ahí a la cama para descansar ese largo día en el que empezó de bicicleta, siguió de paseo, subió escalando presas y acabó de padre.
Etiqueta: La vuelta al mundo
10 / 04 / 16