Trayecto: Saltillo - Monterrey
Distancia recorrida: 93 km
Tiempo circulando: 5:43 horas
Velocidad media: 20 km/hora
Tiempo: Sol arriba, Nublado abajo
Con los detalles de mi llegada a Monterrey, ya planeados, con comité de bienvenida incluido esperándome a las 13 horas.
Desayuné pronto para intentar salir a las 9 de la mañana. En el refugio de los necesitados abracé a los más allegados y con aquellos que había creado una buena relación. Después de otro buen desayuno platiqué un rato largo con doña Irma, esa señora que sin juzgarme me abrió las puertas de su refugio y con el corazón en la mano estaba luchando contra un sistema que a veces se lleva por delante a gente increíble. Hablé tanto que en vez que de salir a las nueve salí a las diez. Eso sí, como no querían que tuviera ningún problema en la salida de la ciudad y para recuperar algo de tiempo Doña Irma, Arturo y Vicente me llevaron con la pickup hasta el punto que la carretera se ampliaba con un arcén ancho y más o menos seguro.
A partir de ahí y con la pena de dejar atrás más gente increíble empecé a bajar, desde los 1400 hasta los 600, pero aunque empezó divertido, con las bajadas suaves el viento y los pinchazos, me pusieron la espina a una jornada que debía ser totalmente festiva ya que pocas veces tenía la oportunidad de bajar tantos kilómetros.
Como decía, el viento y un par de pinchazos me pusieron la espina a mi día, porque se repetía el mismo lugar de pinchazo que el primero, con lo que me bloquearon y me retrasaron por más de dos horas mi llegada a Santa Catalina, más concretamente, en el punto donde me venían a recoger los amigos ciclistas de Gabi.
Un primer pinchazo que intenté solventar rápido, tan sólo cambiando de cámara y un segundo al poco de reemprender la bajada en el mismo punto que el anterior y ya con la ansiedad y preocupación de llegar muy tarde todo fueron prisas al parchear la cámara en medio de una carretera con mucho aire y coches en todas direcciones.
Con mucha prisa y mi cabeza llena de rabia a las 3 llegué al lugar donde Thalia, Lalo, Chus y Carlos me esperaban con los brazos abiertos y con el alivio de ver que había conseguido llegar. Yo con un poco de pena les pedí disculpas mientras me abrazaba con cada uno de ellos.
Sin más dilaciones y con las ganas de rodar con más gente salimos hacia el centro de la ciudad mientras cambiábamos de bicicletas para que pudieran probar a mi gordita mientras superaban el tráfico y muchos baches.
Rodeado de buena gente llegamos a la plaza de la Purísima, en el centro, y de ahí y después de otro pinchazo, esta vez de Lalo, nos acercamos a un evento de una tienda de bicicletas donde mostraban un líquido para deportistas nuevas ruedas sin aire de las que se dice que nunca pinchan.
En el mismo lugar, mientras iban pasando los temas, nos encontramos con Gabi, la amiga de Francesc, y por la cual estaba allí con tantos amantes de la bicicleta.
Al terminar comimos unos ricos hot dogs con un hambre atroz y ya nos acercamos hasta la casa de Elena, una couch surfer que había contactado con Gabi para hospedarme en su apartamento del centro. Una vez ahí y al rato apareció con su perro guru y ya nos saludamos airosamente con todos.
Discutiendo sobre lo que podíamos hacer a continuación y, después de una lluvia de ideas, acabamos dejando mis cosas y bicicleta en casa de Elena y nos movimos en carro hasta la casa de Lalo donde conocimos a su madre y a amigos suyos. Ahí pasamos la tarde noche cenando algunas palomitas, escuchando música y platicando hasta la noche para volver en un uber (sistema de taxis mexicanos) hasta casa de Elena para dar por terminada la jornada con un cansancio sobrenatural.
Etiqueta: La vuelta al mundo
09 / 04 / 16