Trayecto: Nacome (Honduras) - San José Gualoso (El Salvador)
Distancia recorrida: 110 km
Tiempo circulando: 7:07 horas
Velocidad media: 15 km/h
Tiempo: Sol (temporada seca)
Amaneció entre bomberos a mi alrededor durmiendo en sus literas mientras yo, en los colchones que me dejaron para descansar, me preparaba psicológicamente para una jornada dura cruzando otra frontera más.
Dejé lista la bicicleta mientras me despedía de todos esos ángeles que me habían hecho sentir genial en mi estancia con ellos y de allí agarré la bici y salí escopeteado hacia la carretera principal, parando en un puesto de desayunos en el que comí Baleada, algo típico, que consiste en una torta de harina con frijoles molidos untados, queso y carne de pollo en tiras y huevo con chorizo, todo metido en el interior y bien rico.
Después ya empezó la maratón del último día del año. 30 kilómetros hasta llegar a la frontera, que esta vez fue bastante más rápido que en la anterior frontera con Nicaragua. Tan sólo necesité 15 minutos para salir de Honduras y 5 minutos para entrar en El Salvador. Lo único malo fue que, en todo ese tiempo en el que crucé de aduana a aduana, vi que había pinchado de nuevo y ya iban muchas veces en los últimos días.
En la misma aduana de El Salvador desmonté la bici y rápidamente saqué la cámara, la metí en un charco y reparé el pinchazo en un periquete. Ya con todo en regla tomé impulso y ya en El Salvador pasé los primeros kilómetros deprisa y con dólares en el bolsillo, que era la moneda oficial y sin darme cuenta que estaba en el país más peligroso de América. Entre las sonrisas que me propinaba la gente y las carreras desde su casa hasta mi bici de los niños curiosos conmigo aún lo olvidé más.
Seguí con dirección a mi destino comiendo en un comedor de carretera en el que la sopa y la soda me impulsaron un poco para seguir hasta el punto ideado desde un principio. José Inés, un señor muy hospitalario con los ciclistas, que Daniel me había recomendado de la página warmshawers. Con la tarde cayendo llegué a su casa, después de un buen rato y mucho calor, en el que, curiosamente, me encontré a unos chicos salvadoreños que conocí en León y desde su coche me reconocieron, charlando un rato y deseándome suerte en mi camino.
Con José Inés y unos amigos en su porche, junto a su esposa e hijos, tomé un bocadillo fenomenal que me recuperó instantáneamente de mi anterior esfuerzo para llegar hasta allí.
Así empezó la Nochevieja y con una ducha aún seguí con más frescura por un final de 2015 en el que había empezado en Bali, Indonesia y acababa aquí, en El Salvador. Muchas cosas buenas que me habían sucedido en este año y para terminar tenía hospitalidad y buena gente para no sentirme solo en una noche, para mí, especial.
Con unas cervezas brindando, con José Inés y su mujer Mari, junto una buena conversación, me hizo pensar en todo lo vivido ese año para afrontar de otra manera el futuro viviendo ese presente infinito que terminaba al cumplirse las doce de la noche para volver a comenzar en el instante siguiente.
Antes de las doce visitamos las tiendas que José Inés tenía en una ciudad de Chilanguera al lado de su casa, aunque debíamos llegar en pickup. Allí, él regaló el aguinaldo a sus empleados y unos bocadillos, deseándoles una feliz salida de año y una buena y mejor entrada.
Volvimos y nos quedamos en casa de la madre de José Inés, encantadora, junto a su hermano, charlando de la vida mientras bebíamos cervezas y los fuegos artificiales, llamados pólvora, se divisaban a lo lejos, en las calles de El Salvador, anunciando la entrada del 2016 que sin duda despegaba con mucha fuerza e ilusión.
Etiqueta: La vuelta al mundo
31 / 12 / 15