Trayecto: Medellín - Don Matías
Distancia recorrida: 69 km
Tiempo circulando: 7:18 horas
Velocidad media: 11 km/h
Tiempo: Sol, nubes y la tormenta final
Para rematar mi viaje por Colombia no podían faltar montañas y altas subidas, con lo que el viaje hasta Cartagena aún quedaban unos cuantos puertos o, como lo llaman aquí, altos. Uno de ellos y el más difícil era el alto de Matasano y ese, aunque me dio bien de guerra y mucho esfuerzo, lo subí poco a poco pero subido a la bici. Como digo no fue nada fácil y los 18 kilómetros de pura subida se combinaron con algunos dolores de mi rodilla, el sudor y las bellas vistas del valle.
En el recorrido anterior al puerto tuve que hacer frente a las calles llenas de coches de Medellín, a las peligrosas autopistas, pasando por Bello y Copacabana y después tuve un traspiés cuando recorrí 10 kilómetros de más al pasarme la salida correcta. Energía y tiempo perdido al que le busqué la parte positiva al sacar algunas fotos únicas.
También tuvo aportes muy positivos al conocer a un cicloturista mayor con el que quiso entablar conversación conmigo, resultando una charla muy interesante y deseándome suerte en mi camino. Más tarde, ya en la subida al Matasano, conocí a un motociclista, muy chebere, que quiso regalarme mangos para comer, riquísimos y un gran aporte para seguir la subida con mejores sensaciones. Arriba, delante de un negocio de refrescos, otros dos señores quisieron compartir conmigo un refresco, que de nuevo me dio otro empujón para llegar hasta una zona donde saltaban en paracaídas.
Justo antes de llegar a ese punto una tormenta eléctrica cayó... corrí y me cobijé en esa cafetería restaurante. Un rato cayendo el cielo con relámpagos y truenos cuando conocí a los trabajadores del lugar y un par de motoristas que se cobijaban al igual que yo. Entablé conversación enseguida y, poco a poco, nos fuimos conociendo. Después de un tiempo y, ante mi sorpresa, los chicos quisieron tener un detalle conmigo invitando me a una sopa y a un café calentito.
Un almuerzo que me fue como anillo al dedo que necesitaba y que me supo a gloria el cual agradecí con toda mi alma. Siendo un día duro, pasó a ser un día especial gracia a esos detalles que todo el mundo quiso tener conmigo.
Un rato después y con lluvia fina, volví a la carretera, más detallado volví a la subida, aunque preferí acompañar a uno de los trabajadores del restaurante a pie, ya que él iba cojo y prefería tener compañía. Le acompañé durante un rato hasta que llegar al mismísimo alto Matasano. Allí me cogió la noche... y de ahí con un respiro en forma de bajada hasta el pueblo de Don Matías.
Allí, sin tiempo a más, busqué un lugar donde trasnochar. Buscando, tuve la casualidad de que un coche de bomberos pasó a mi lado, lo seguí hasta que lo aparcaron y allí pregunté por si me podían cobijar por una noche. El comandante Yenci me estrechó la mano con un claro signo de aprobación. Dejó quedarme y su mujer Lucía, con un plus de hospitalidad, me invitó a su casa para cenar un plato de arroz con carne bien rica.
Todo era como en el mejor de los casos me había imaginado o sea: genial y finalmente me acompañaron hasta la sede de bomberos, donde me ofreció una cama y un lugar seco y caliente donde pasar la noche. Antes de acostarme vi un programa de televisión con uno de los bomberos y ya me acosté rendido.
Etiqueta: La vuelta al mundo
25 / 10 / 15