Lugares visitados: El rio Ganges, Varanasi
Distancia recorrida: 28 km
Tiempo: Especial
Odio madrugar y más con las pocas horas dormidas en el tren del día anterior, pero me habían recomendado dar otro paseo por el Ganges para ver el amanecer el domingo por la mañana.
Realmente es impresionante y para nada me arrepiento de las pocas horas dormidas y del cansancio acumulado; ya que nada tiene que ver esas horas de despertar de Varanasi con todas las que pasé ayer. Multitud de gente acumulándose para darse el baño purificador rezando sin descanso, Aquel espectáculo me dejó helado durante todo el trayecto y?¡ mira que hacía calor!. Jamás olvidaré esta mañana en la que todos los hindúes iban bajando a los diferentes ghatas que dan al río tranquilamente y con la mayor naturalidad del mundo. Unos se metían al río a rezar, otros se bañaban, otros se aseaban con jabón e incluso, algunos, se lavaban los dientes, otros empezaban a hacer su colada, al lado el Ghat ?funerario? de dónde salía el humo de los cuerpos que se estaban incinerando y todo ello con el sol levantándose frente la ciudad.
Después de esa intensa experiencia he descansado una hora en el hotel y me he dirigido, en bicicleta, hasta la comisaría de policía de Mandalhee, donde había quedado con el padre de la familia Singh, con la que viajé en el tren de ida a Varanasi, ya que me habían invitado para comer con ellos y enseñarme su casa. En el trayecto he tenido un pequeño susto cuando, en una parada con las barreras del tren bajadas, se han aglomerado cientos de transportes y un rickshaw me ha pisado con la rueda delantera mi pie desnudo de las chanclas. No ha ido a más y el conductor me ha pedido disculpas repetidas veces; pero, aun así, me corrobora que la India no es país para conducir nada y menos una bicicleta.
Después de ese pequeño percance, nada más llegar a la comisaría, el padre me acompañó, montado en su bicicleta desde la comisaría, hasta su casa que estaba situada en una villa tranquila, fuera de todo el bullicio de la ciudad de Varanasi.
Ya en su casa saludé a su familia y empezamos a charlar. Todo fue sobre ruedas. Primero me dieron de beber agua y un refresco. Luego algo para picar parecido a las patatas pero hecho de pan. Luego estuvimos haciendo fotos y viéndolas en el ordenador.
Mientras tanto la madre y la hija han estado haciendo la comida para nosotros y, realmente, no me puedo quejar porque cada plato que probaba era mejor que el anterior y mi paladar disfrutaba con cada mordisco que le daba.
Después de la comida y con el estómago a reventar hemos hecho una corta siesta. Luego ha venido la mejor parte: cuando me han regalado un vestido típico de la India que llevan los políticos. Ha sido un detallazo tremendo. A continuación nos hemos hecho unas cuantas fotos más y nos hemos despedido. Aún así Anorag, su hijo, me ha acompañado con la bici hasta pasados un par de kilómetros.
La verdad es que me ha emocionado mucho su compañía y he disfrutando con ellos lo indecible. En ningún momento esperé encontrar a alguien como ellos que me ayudaran, sin esperar dinero a cambio, en todo el norte de la India.
Volví al hostal y dejé la bici para volver a ver, esta vez desde otro ángulo, la ceremonia de las ghatas. Me encanta y si lo tuviera al lado del hostal iría cada noche.
Después cené en el restaurante que estuve ayer con algo de música en directo y volví al hostal con muchas ganas de dormir.
La vuelta al mundo en bicicleta por Jordi Romo
Etiqueta: La vuelta al mundo
01 / 06 / 14